Mi genio es alegre
y todos me dicen:
¡que vida la tuya! Tú, no pasas penas
tú, nunca estás triste.
Y es que mis tristezas
las guardo invisibles,
pues mostrar las penas que tengo en el alma
de nada me sirve.
Y mientras yo sufro,
mis labios se ríen,
por eso me dicen: Tú, no pasas penas;
tú, nunca estás triste.
Juan Luis Yrivarren de la Puente
Octubre 30 de 1905
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